lunes, 18 de noviembre de 2013

El transformista top de Mar del Plata es mendocino




Cuando era chico, se fue de Las Heras con su familia, y hoy es en una de la figura más reconocida de la movida gay de la costa Atlántica.



Santiago Flores es todo un personaje. A los 10 años, pasó de vivir en uno de los barrios del departamento de Las Heras a mudarse con su familia a Mar del Plata, donde su padre había encontrado trabajo. Ya sabía de niño que lo suyo eran las tablas. El impulso por interpretar, por cantar y bailar en los actos escolares estuvo presente durante toda su adolescencia.

Un día les declaró a sus padres que quería bailar, danza moderna o clásica, la que sea. Y en aquellos tiempos, ellos lo que más pudieron ofrecerle fue inscribirlo en unas clases de folclore. "A pesar de verme vestido de gaucho y aprender el malambo, no me hice problemas porque después me encantó zarandear la pollera, tal chinita, en la vereda de mi casa", recordó.

De Mendoza tiene muchos recuerdos, sobre todo de sus parientes de Las Heras. Él a sí mismo se considera una persona bastante familiar, de hecho, intenta distribuir su tiempo lo mejor que puede entre su circuito nocturno y los típicos domingos con sus hermanos, sobrinos y padres.

Ahora, con 38 años y 20 de escenarios, Santiago está feliz con regresar a su provincia, ya por tercera vez como figura principal de un espectáculo que presentará acompañado de Martín Córdoba, la semana próxima (martes y miércoles, a la medianoche, en La Reserva).

"¿No es al menos llamativo que los dos transformistas más reconocidos de La Perla sean mendocinos?", se preguntó vía telefónica el mismo Santiago mientras acomodaba la vestimenta y el maquillaje que usará a lo largo de su ronda de actuaciones, donde conoce a casi todas las figuras más convocantes del mundo del espectáculo, a quien incluso ha besado en la boca en público, como la misma Moría Casán, Carmen Barbieri y Ricardo Fort, entre otros.

- ¿En qué momento descubriste que lo tuyo eran los escenarios?

Santiago Flores: -Hay un momento preciso. Una vez, invitaron del colegio de mi ahijado a los padrinos y padres a hacer un show para los alumnos. Y me prendí. Y en una iglesia evangélica del barrio, terminamos montando una coreografía con un tema de Locomía, aunque en realidad, nos parecíamos más a Las Primas. ¡Imagínense este cuadro! (risas). Desde entonces, no paré. Y un día me llamaron de una disco y ahí arrancó todo.

- ¿Cómo era en aquellos años la movida gay en Mardel?

  - Lo primero que les llamó la atención de mi trabajo quizás fue el hecho de que nunca me quise cambiar el nombre. En el escenario, vestido de mujer, siempre era, siempre soy Santiago Flores, con todas las letras. Costó a que se acostumbraran pero fue una forma de hacer valer mi nombre. No me gustó nunca imponer un seudónimo de mujer en los escenarios. Como transformista siempre soy Santiago Flores.

- ¿El ambiente del transformismo es competitivo? ¿Cómo te sentís en ese ambiente?

- Sí, creo que es competitivo. A veces algo hostil, pero en mi caso, desde mis inicios sostuve la política de no llevar ni traer chismes. Me mantengo al margen. Soy creyente en Dios.  Siempre intento conectarme con el corazón y siento que es un sentimiento recíproco con el público que viene a verme.

- ¿Cómo comenzó tu amistad con Carmen Barbieri y Moría Casán?

- Es que de boca en boca, cada temporada, se corría la voz de mis shows y las figuras de los espectáculos de temporada, comenzaron a venir a verme. Y con el tiempo, tanto la Barbieri como Moría, se volvieron más íntimas conmigo.

- ¿Cómo te sentiste en aquella revista con Moría?

- Fue loco. A finales de 2011, resulta que el día que reestrenó la revista en Mardel, unas horas antes, la producción me llamó para saber si podía participar en el espectáculo porque se les había caído un artista. Yo estaba en otra, pero corrí a su ayuda y entretuve al público en la pausa de entreactos y a partir de esa noche, me quedé toda la temporada.

"La Revista de Buenos Aires",  con Raúl Lavié, Valeria Archimó, Fátima Flórez, Stefanía Xipolitakis, Andrea Rincón, fue un gran éxito ese año. "Para mi fue una experiencia increíble", confesó.

- ¿Y qué pasó después de esa primera noche?

- Recuerdo que lo primero que le dije a Moría fue: 'Todo bien, hablamos de plata después, pero lo único que te pido es que mi nombre aparezca en las marquesinas' y me hicieron caso. Y con orgullo, mi familia vino a verme a actuar, que era algo que yo había querido siempre.

- ¿Cómo va a ser el show que traés a Mendoza?

- La idea es hacer stand up de humor, algunas coreos, monólogos y juegos con el público, aprovechando la vista de Martín Córdoba. Doblete mendocino.

Santiago deambuló profesionalmente por los mejores boliches, como Pin Up, Clip Club y actualmente reparte su rutina  artística cuatro noches por semana entre el exclusivo gayfriendly Pachamama, La Equis y otros locales VIP. Un capocómico a pleno.

"Salgo producido del departamento a la calle. Mis vecinos ya están curados de espanto. Tengo una agenda intensa de ensayos, pruebas de vestuarios y shows, pero es donde me siento más completo, más pleno. Y de día, ando de civil, mostrando el otro cuerpo de Santiago", admitió.
Pablo Pereyra - ppereyra@losandes.com.ar

El Bersa niega el cambio de Identidad a la maestra TranS'




Silvina Buyutti es una maestra que ha aprendido a batallar contra los prejuicios y las estructuras cerradas de la sociedad. A veces consigue salir a salvo de esas escaramuzas; pero a veces no, no sale: hay zonas oscuras, cerradas, a las cuales le resulta imposible acceder.

 

 

En junio de 2012, un mes después de que el Congreso de la Nación aprobara la Ley N° 26.743 de Identidad de Género –y que permitió a cualquier persona solicitar “la rectificación registral del sexo, y el cambio de nombre de pila e imagen, cuando no coincidan con su identidad de género autopercibida”–, acudió a la oficina del Registro Civil de su ciudad, Nogoyá, y pidió la rectificación de los datos en su partida de nacimiento, y comenzó a tramitar las modificaciones en su documento nacional de identidad (DNI).


Después de eso acudió al Consejo General de Educación (CGE) para que allí se cambiara toda la documentación a su nombre, de modo que incluyera su nueva identidad.
Así, Silvina Buyutti pudo lo que cualquier docente del sistema público en la provincia: concursó un cargo que le permitiera transitar distancias más cortas para ir a trabajar. Y lo pudo hacer, ya, con su nueva identidad. Eso ocurrió en julio de este año.

Siempre ha sido así: de un modo enfático ha ido tomando decisiones en su vida, y no le ha quitado el cuerpo hasta conseguir sus objetivos. Pero como se dijo, a veces le ha ido bien, a veces, no.

Recién a los 18 años pudo anotarse en una escuela secundaria nocturna, y obtener el título. Y con el título en la mano, se anotó para cursar el magisterio. Fue maestra. A los 25 años. Pero no pudo encontrar un puesto en una escuela sino hasta tres años después.

Fue en 2005 cuando ingresó por primera vez a un aula. En el departamento Islas, al sur de la provincia, con esta rutina: 360 kilómetros de ida y 360 de vuelta, entre Nogoyá y Villa Paranacito, para dar clases en las escuelas Juan Bautista Alberdi de Arroyo Negro y Fray Mocho de Santos Grande, en la zona de las islas entrerrianas.

Esa rutina la mantuvo hasta que en julio de 2013 concursó y ganó un cargo en una escuela más próxima, en Aranguren. Sin proponérselo siquiera, se convirtió en la primera maestra trans que accede a un cargo por concurso en Entre Ríos.

Pero no ha podido todo. Una tragedia familiar la puso al cuidado de sus sobrinos, a los que está criando como propios, y no consigue, lo intenta, y no logra que el Estado le dé una mano. Ni siquiera un subsidio miserable de 1.000 pesos que le otorgó el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) le llega a tiempo.

Se queja con amargura por el Gólgota que le hacen caminar cada vez que pretende una respuesta.
Lo mismo con el Nuevo Banco de Entre Ríos (Bersa). En los registros del Banco, Silvina Buyutti no ha cambiado identidad, sigue siendo hombre, y con ese trato desconsiderado, hacen mella en su dignidad, le provocan una afrenta a sus derechos.

De modo violento.


“El Bersa no me cambia los nombres en mis tarjetas de débito y crédito. He reclamado en la sucursal de Nogoyá, pero acá me dicen que no pueden cambiar el nombre en mis cuentas –relata–. Según ellos, enviaron un mail a la casa central y ahí me deberían cambiar el nombre en mis cuentas. Una vez que pase eso, tengo que solicitar los plásticos con la nueva identidad. Pero me tienen a las vueltas. El martes pasado me llegó la nueva tarjeta de débito del Bersa, y con la identidad anterior.
 Parece una burla”.

Entonces pasa esto: Silvina Buyutti tiene en su DNI una identidad, y en sus tarjetas de crédito y débito, otra.

Dice eso y después piensa en voz alta lo que sigue:

“La ley está; lo que falta es que se agilice su instrumentación. Y también hace falta el sentido común y capacidad de las personas que brindan atención al público. No saben nada a la hora de realizar trámites de cambio de identidad en los papeles”.


Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.